No cabe ninguna duda de que el congelador se ha convertido en uno de los más importantes electrodomésticos de nuestras cocinas. Los avances técnicos en lo que respecta a la generación y conservación del frío han hecho que, en poco tiempo, haya pasado de ser un pequeño compartimento en el interior de la nevera a ocupar el mismo volumen que la misma. De hecho, los más veteranos recordamos perfectamente aquellos antiguos congeladores cuyas paredes se llenaban rápidamente de gruesas capas de hielo que reducían significativamente un espacio, ya de por si minúsculo, en el que no cabía más que una bandeja de cubitos y algún que otro helado en verano.
Afortunadamente, las cosas han cambiado mucho y hoy en día hemos dado al congelador un papel esencial en nuestras cocinas, ya sea para el mantenimiento de productos que adquirimos ya congelados como para la conservación de alimentos frescos y elaboraciones que procedemos a congelar nosotros mismos, cosa que antes era prácticamente impensable.
En este artículo y el siguiente hablaremos no sólo de qué se puede congelar y qué no, sino sobre todo de cómo hacerlo correctamente y también del mejor modo de revertir este proceso tanto desde el punto de vista sanitario como culinario. Y es que lo cierto es que, aunque la mayoría de alimentos pueden ser congelados, los hay que en el proceso de descongelación pierden algunas de sus cualidades, especialmente si no realizamos ese proceso correctamente.
Principios básicos.
Técnicamente, el funcionamiento del congelador se basa en la congelación del agua que contienen los alimentos y como todo el mundo sabe esto sucede a partir de los 0ºC. Sin embargo, para poder realizar correctamente este proceso nuestro electrodoméstico debe estar alrededor de los -18ºC, un par de grados menos incluso para el caso del pescado.
Debemos tener en cuenta también que tenemos que ser muy cuidadosos con el mantenimiento de la temperatura, abriendo la puerta únicamente cuando es necesario y durante el mínimo tiempo posible. Por eso es importantísimo el orden en su interior.
Para mantener este imprescindible orden nosotros usamos diversos trucos. En primer lugar siempre congelamos en recipientes herméticos y transparentes ya que así evitamos el contacto entre alimentos y facilitamos su identificación. De este modo, para alimentos frescos solemos utilizar bolsas mientras que para recetas ya cocinadas solemos usar tuppers.
Sin embargo, esto no nos garantiza siempre poder distinguir correctamente el alimento congelado, por lo que es importante etiquetarlo correctamente. Sí, lo sabemos. Esto de etiquetar puede parecer innecesario y prescindible. Pero ¿cómo distinguimos, por ejemplo, unas lonchas de lomo de unos libritos una vez congelados? Os aseguramos que es imposible. Además del nombre también es recomendable anotar la fecha de congelación.
Divide en porciones y vencerás.
Por otro lado, por regla general solemos congelar por porciones de consumo y en caso de duda por porciones individuales ya que así evitaremos descongelar un exceso de alimentos que no vamos a consumir inmediatamente. Sobre todo cuando se trata de carnes, pescados o recetas ya cocinadas. Sin embargo, para las verduras y hortalizas esto no es tan necesario, ya que fácilmente podemos coger de la bolsa la cantidad que necesitemos. Lo que sí hacemos en este caso es cambiarlas de recipiente y colocarlas en uno transparente que nos permita identificarlas fácilmente.
Otra de las cosas que solemos hacer es agrupar los tipos de alimentos por cajones para así saber rápidamente en cuál de ellos va a estar aquello que necesitamos.
También debemos tener mucho cuidado de no meter en el congelador nada que esté muy caliente, ya que podría afectar al resto de alimentos ya congelados.
Finalmente, en el caso de congelar líquidos debemos tener siempre en cuenta que se van a expandir, con lo que es importante dejar suficiente espacio en el recipiente para permitir que esto ocurra.
Y, como siempre, que no falte la higiene.
No podía faltar en este primer artículo el tema de la higiene. Lo recomendable es realizar una limpieza a fondo mínimo dos veces al año. Y, por supuesto, deberemos limpiar y desinfectar completamente tanto las paredes como los cajones y el interior de las puertas.
En la siguiente entrega entraremos a fondo en qué podemos congelar y qué no, así como sobre el proceso de descongelación.