Al pronunciar la palabra despensa viene inmediatamente a mi memoria la de la casa de mis tías-abuelas en el pueblo. Aquel cuartito pequeño y oscuro siempre fue un lugar mágico para mí. Sus paredes estaban llenas de estantes repletos de todos los alimentos que uno pudiera imaginar: botes de conservas y especias, latas de todos los tamaños, paquetes de arroz y legumbres, verduras y hortalizas en sus cestos, embutidos y ristras de ajos colgando… Y lo que más recuerdo es el olor de aquella despensa, mezcla de todo lo que había allí almacenado.
Debo confesaros que tener una despensa como aquella siempre ha sido uno de mis sueños, aunque admito que este sueño tiene mucho de romanticismo ya que las despensas de hoy en día poco o nada tienen que ver con aquellas. Principalmente por tres razones:
- El espacio de que solemos disponer en nuestras casas hoy en día es mucho más reducido.
- Nevera y congelador son el lugar de conservación para muchos de los alimentos que antes se guardaban en ellas.
- No existe la necesidad de almacenar grandes cantidades de alimentos ya que podemos comprarlos en función de nuestras necesidades.
Todo esto ha hecho que ese romanticismo se haya perdido y que hayamos relegado nuestras despensas a uno de los armarios de nuestra cocina perdiendo protagonismo en favor de la nevera y el congelador.
Sin embargo, una buena despensa sigue siendo importantísima ya que en ella conservamos todos aquellos alimentos que no requieren condiciones especiales de frío. Y lo cierto es que si nos paramos a pensarlo, son bastantes.
Empecemos por el principio. Lo más importante en una despensa son el orden y la higiene ya que sin ellos no vamos a tener una despensa sino que lo que tendremos será un armario lleno de alimentos caducados y en malas condiciones que tendremos que acabar tirando.
Orden.
Por lo que respecta al orden podemos hacer muchas consideraciones. Evidentemente lo mejor es utilizar botes o recipientes herméticos de plástico o de cristal, no sólo por motivos estéticos sino sobre todo por razones prácticas e higiénicas. Preferiblemente estos recipientes deberán ser transparentes para poder ver rápidamente que hay almacenado en ellos y detectar rápidamente si su estado de conservación es el correcto o no.
Por otro lado, latas y botes de conservas no necesitan de ningún otro recipiente siempre y cuando no los abramos. Simplemente bastará con que los tengamos bien a la vista para poder revisar su fecha de caducidad periódicamente.
Finalmente, disponer de un par o tres de cestos para guardar patatas, cebollas, ajos y otras verduras también nos puede venir muy bien.
Sin embargo, hay un elemento que no falta nunca en nuestra despensa y del que muy pocas veces se habla. Algo simple pero extremadamente útil a la hora de almacenar nuestros alimentos: un buen rotulador.
Sabemos que ahora os lo estáis preguntando ¿un rotulador? ¿Para qué? Para nosotros el rotulador es imprescindible para poder anotar en cada bote la información que necesitamos en cada caso. Por ejemplo, en los recipientes en los que guardamos la pasta anotamos los tiempos de cocción indicados por el fabricante. Lo usamos también para algunas latas, ya que a veces al sacarles el cartón en el que vienen empaquetadas te encuentras que no tienen ningún tipo de etiqueta más y la única información que hay impresa en ellas son los datos de enlatado (lote, caducidad…). Para evitar preguntarnos al cabo de un tiempo qué contiene esa lata el rotulador es imprescindible.
En nuestro caso, el que usamos es uno de tiza que nos permite borrar fácilmente lo que hayamos escrito cuando el recipiente queda vacío y lo vamos a usar para almacenar un nuevo alimento. También se puede optar por usar etiquetas adhesivas o cualquier otro método de identificación que nos funcione. Esto es especialmente útil e importante en el caso de que realicemos nosotros mismos nuestras propias conservas.
Higiene.
En lo referente a higiene os recomendamos limpiar y desinfectar vuestra despensa como mínimo una vez al mes. Empezamos vaciándola y aprovechamos este momento para comprobar las fechas de caducidad y el estado de conservación de todos los alimentos. Una vez hemos realizado esto pasamos a limpiar con agua y jabón el armario y sus estantes para eliminar cualquier rastro de suciedad. Seguidamente procedemos a desinfectar y dejamos que se seque por completo. Finalmente, cuando está bien seco volvemos a ponerlo todo en su sitio, teniendo especial cuidado en poner delante o encima aquellos productos con la fecha de caducidad más cercana. Lo único importante aquí es que todos los recipientes, latas y botes queden lo más a la vista posible y no quede ninguno escondido en un rincón.
¿Qué alimentos guardamos en la despensa?
La respuesta a esta pregunta es muy sencilla siguiendo la Regla del Súper de la que ya os hablamos en la anterior entrada. Es decir, por regla general podemos conservar el producto exactamente del mismo modo como lo hace nuestro supermercado. Así de simple.
Evidentemente el listado es amplísimo y con la Regla del Súper creemos que no es necesario hacer una enumeración de todos los alimentos a conservar en la despensa, ya que eso resultaría excesivamente largo. Lo que sí debemos recordar es que una vez abramos un bote de conservas o una lata, el sobrante que podamos tener debemos conservarlo en la nevera y consumirlo con cierta rapidez. Lo mismo sucede con la leche, los zumos y en general con los productos envasados en tetrabrik.
Pero como pasa con todas las reglas, siempre hay excepciones. En este caso, la principal excepción son los huevos. En el mercado o en el súper los encontramos a temperatura ambiente, pero en casa lo mejor es conservarlos en la nevera. Esto es porque se trata de un producto muy sensible a los cambios de temperatura.
Otro caso en el que podemos tener dudas es el pan de molde, un alimento que mucha gente guarda en la nevera para que dure más tiempo. Sin embargo, al hacer esto, el frío y la humedad provocan justo el efecto contrario. Por tanto, lo mejor es que lo conservemos en su bolsa y en la despensa si lo vamos a consumir relativamente rápido. Si lo queremos conservar durante más tiempo la mejor opción es congelarlo con la bolsa cerrada, sacando del congelador las rebanadas necesarias cuando queramos consumirlo ya que se trata de un producto cuya descongelación es muy sencilla y rápida.
En resumen, la despensa es un elemento importantísimo de nuestras cocinas que debemos mimar y cuidar para poder conservar los alimentos que almacenemos en ella en las mejores condiciones posibles siguiendo los consejos que os hemos proporcionado.