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Caldo: La Receta Más Versátil del Otoño

3 min de lectura

Cada fin de semana, cuando el otoño se instala, en casa preparamos una olla de caldo. No solo porque nos encanta, sino también porque es una receta básica, sencilla y económica que nos brinda muchas opciones culinarias. En este artículo, te explicaremos cómo lo hacemos y te presentaremos algunas recetas adicionales que puedes disfrutar, además de una taza de caldo o un plato de sopa.

Elaboración del Caldo: Simplicidad y Sabor

La verdad es que existen muchas formas de preparar un caldo, dependiendo de los ingredientes disponibles y el resultado deseado. Sin embargo, para obtener un caldo de pollo y verduras simple, económico, saludable y delicioso, no es necesario complicarse demasiado.

Primero, hablemos de los ingredientes. Un caldo es extremadamente versátil. En este caso, deseamos hacer un caldo de pollo y verduras, por lo que necesitaremos, obviamente, pollo y verduras. ¿Pero qué parte del pollo y qué verduras precisamente? Aquí radica la belleza de los caldos, ya que puedes usar lo que más te guste o lo que tengas a mano:

  1. El Pollo: El corte de pollo que elijas dependerá de cómo planees utilizarlo después de hacer el caldo. Por ejemplo, si no tienes planes adicionales para el pollo, puedes usar carcasas (que incluso puedes congelar si sabes cómo despiezar un pollo entero o comprarlas a buen precio). En cambio, si tienes pensado aprovechar el pollo hervido para hacer croquetas, opta por cuartos de muslo o pechugas.
  2. Las Verduras: Puedes encontrar fácilmente una bandeja de verduras para caldo en cualquier supermercado, que incluye zanahorias, puerros, apio, nabo, entre otros. Si no tienes esto a mano, simplemente usa las verduras que tengas en casa, como una cebolla, un par de zanahorias y unos puerros (tanto la parte blanca como la verde). No necesitas cortarlas en exceso; lavarlas y pelarlas es suficiente. Algunas personas incluso conservan en el congelador los restos de verduras que van acumulando durante la semana para añadirlos al caldo.

Además, puedes agregar ingredientes adicionales para darle un toque único al caldo, como un hueso de jamón, una rodilla de ternera, una patata, una morcilla, un tomate o incluso un trozo de calabaza. La calidad de los ingredientes influye en el resultado, pero también puedes aprovechar esos ingredientes olvidados en la nevera o el congelador.

Con los ingredientes listos, la elaboración es sencilla:

  1. Llena una olla grande con agua y ponla a calentar.
  2. Mientras tanto, lava, pela y trocea las verduras y agrégalas a la olla junto con el pollo.
  3. Añade una pizca de sal y un chorrito de aceite.
  4. Lleva la olla a ebullición y, una vez que hierva, cocina a fuego medio-bajo durante aproximadamente 90 minutos.
  5. Deja que se enfríe un poco, retira la grasa y, finalmente, cuela el caldo.

¡Así de sencillo!

En nuestro caso, solemos prepararlo los fines de semana por la mañana, de modo que mientras salimos a hacer compras o dar un paseo, el caldo se enfría, y solo queda realizar el último paso.

¡A Disfrutar del Caldo!

Ahora viene la parte divertida: utilizar la imaginación con los ingredientes y las recetas que puedes crear.

Sopa: Puedes usar el caldo para hacer una deliciosa sopa con un poco de pasta. También es útil congelarlo y utilizarlo durante la semana, ya sea para más sopas o para cocinar arroz.

Verduras: Las verduras pueden utilizarse de diversas formas. Puedes trocearlas y añadirlas a la sopa después de cocer la pasta para darle un toque crujiente y colorido. También puedes triturarlas para obtener un puré o crema de verduras deliciosa. Otra opción es envolver los puerros en queso y jamón de York (o lonchas de pavo) y acompañarlos con mayonesa de soja o una bechamel gratinada. Incluso puedes utilizar el puerro como sustituto de la pasta en una «falsa lasaña» con verduras.

Pollo: Las posibilidades con el pollo son variadas, dependiendo del corte utilizado. Si empleaste muslos o pechugas, o si las carcasas tienen suficiente carne, puedes comer el pollo como segundo plato después de la sopa. También puedes deshuesarlo, triturarlo y hacer croquetas, añadiendo parte de las verduras si lo deseas. Otra opción clásica es utilizarlo como relleno de canelones o lasaña. Incluso puedes desmenuzarlo al estilo «pulled pork» y mezclarlo con cebolleta, bacon tostado y salsa rosa para hacer un sándwich.

Las opciones son infinitas y se adaptan a todos los gustos. Además, a partir de esta receta básica, puedes aventurarte a crear caldos más elaborados. ¡Te animamos a probarlo!

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